dilluns, 11 de gener del 2010

Violencia de género.

El hecho de que haya más denuncias por violencia de género no significa obligatoriamente que la violencia de género haya aumentado sino que los casos que ya existían han salido a la palestra. Por una parte nos encontramos que la mujer ha dejado de aguantar el machismo de los hombres y sus reacciones agresivas, eso significa que no están dispuestas a callar y su mejor arma es denunciar y dejar al violento. Hace unos años muchas mujeres callaban y consentían los malos tratos como parte del matrimonio, a medida que pasaban los años se acostumbraban a las vejaciones de sus parejas. Ahora tienen la ley que las ampara y ellas como es lógico no están dispuestas a tragar con la violencia. Creo que este punto es clave para entender por qué hay un aumento de denuncias. A la vez esta reacción de las mujeres provoca que los hombres agresivos aumenten su rabia y en cierta manera sientan como su hombría se ve afectada por el desafío que les manda la mujer en forma de denuncia, esto va ligado al aumento de los homicidios. Pienso que muchos hombres que han asociado la forma de vivir en pareja con el machismo y el dominio sobre la mujer son capaces de llegar a matar por conservar este estatus. Si lo pensamos puede que haya más violencia que denuncias, ya que aún hay mujeres que no se atreven a denunciar, muchas veces por miedo o por falta de apoyos familiares, la propia violencia puede actuar como un freno para las denuncias. En ningún caso como he dicho antes nos podemos guiar del número de denuncias como medidor de la violencia, tienen relación pero no para arrojar datos definitivos sobre el tema.
Las cifras hablan por sí mismas en 2009 murieron cerca de 60 mujeres por violencia doméstica. Las denuncias aumentaron, pero seguro que los casos no denunciados también. Por tanto aunque las denuncias aumenten la violencia seguirá existiendo, ya que aunque el estado quiera intervenir para atajar este fenómeno negativo necesita la colaboración de la persona que está siendo agredida. La clave es atajar la violencia desde sus raíces y el antídoto debe ser una buena educación que promueva la igualdad de género y el respeto mutuo. Además de endurecer la leyes contra los violentos.

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