dimarts, 19 de gener del 2010

Violencia de género: El infierno en casa


Hablan de las mujeres que son víctimas de la violencia de género. Cuentan el número de muertes anuales. Crean instituciones para poder ayudar a la mujer que sufre de este tipo de vejaciones. Elaboran leyes que intentan, a través de la represión, erradicar un tema que tiene diversos factores a tratar.

Mediante estas medidas se ha logrado que el número de víctimas mortales descendiera en el año 2009. Pero, yo no voy a hacer un análisis de por qué el ser humano puede hacer semejantes barbaridades o qué medidas se podrían tomar para erradicar definitivamente esta lacra social que castiga duramente a los hogares de España.Me centraré en el principal perjudicado de todos estos embrollos y éste no es otro que el hijo/a.



Siempre, incluso en las campañas que realizan para sensibilizar al personal sobre un tema tan escabroso como la violencia de género, olvidan por completo a los pequeños de la casa. Estos pequeños ven imágenes y situaciones que ni los anuncios mas sensacionalistas ni más crudos podrán transmitir a la sociedad. Escuchan, frases, palabras, lloros que nadie desea escuchar en la vida. Son ellos los que no pueden cambiar de lugar. No pueden hallar la solución al problema y ponerla en práctica.

No tienen el poder y la suficiente autonomía para de decidir por si mismos su destino y menos con el tirano en casa. Y son ellos los olvidados, los que arrastrarán con su alma la losa que sus padres le legaron con sus peleas.

Son ellos los que una vez lleguen a la madurez, deben repudiar los actos de violencia de género que han vivido en casa.


Niños y niñas víctimas de violencia de género


Vivencias que generan odio, y que en momentos límite, surge de las entrañas para salir mediante puñetazos o patadas que distribuyen a sus amigos, desconocidos, mobiliario... todo ello por las heridas sin cicatrizar que llevan en su interior. Pero será a ellos, a quienes necesitan desembuchar su rabia y su dolor heredado de su infierno, a los que impondrán las penas por el mismo delito que vieron en su casa.

Desde aquí, reivindicar una mayor protección al menor que sufre uno de los peores castigos que puede sufrir un joven: Que su casa sea un infierno.

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